En la primera quincena de junio de 2025, México registró una nueva desaceleración en su dinámica de precios, pero la reacción de los consumidores sigue siendo tímida. Aunque los datos macro muestran avances, los hogares enfrentan presión en partidas de gasto fijo que limita un rebote inmediato en el consumo.
Según el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), la inflación anual se situó en 4.51%, inferior al 4.78% de junio de 2024 y al 4.62% reportado en la quincena anterior. La inflación quincenal fue de 0.10%.
Dentro de este registro, el componente subyacente presentó un alza de 0.22% quincenal, impulsado por mercancías y servicios, mientras el componente no subyacente mostró una baja de 0.29%.
Entre los productos agrícolas, precios de frutas y verduras descendieron 1.72%, mientras energéticos cayeron 0.23%. En contraste, vivienda propia aumentó 0.17% y transporte aéreo se disparó 9.87%.
La combinación de bajas en productos agropecuarios y ciertos carburantes explica la tendencia a la baja. Sin embargo, subidas en partidas clave dificultan el alivio del bolsillo.
Al mismo tiempo, la inflación persiste en:
Aunque algunos precios caen, el poder adquisitivo de las familias no mejora sustancialmente. Los hogares destinan más a vivienda y servicios, lo que reduce el presupuesto para bienes de consumo discrecional.
El aumento de la vivienda propia y los servicios asociados (mantenimiento, seguros y condominio) restan capacidad de gasto en entretenimiento, ropa y transporte urbano, frenando un impulso natural en la demanda interna.
La cautela se refleja en la evolución de ventas al menudeo y en indicadores de confianza del consumidor, que permanecen por debajo de sus niveles máximos de 2021 y 2022.
El Banco de México mantiene un objetivo de 3% ±1 punto porcentual. Aun con la desaceleración, las expectativas inflacionarias a un año muestran niveles cercanos a 4.5%.
El camino para que el consumo recupere ritmo depende de varios factores:
La recuperación del consumo interno requerirá que la baja de precios se extienda de forma sostenida y se traduzca en un incremento real de los ingresos disponibles.
La inflación cede de manera gradual, impulsada por ajustes en el sector agropecuario y energético. Sin embargo, las partidas de mayor peso en el gasto familiar mantienen su tendencia al alza, limitando cualquier repunte del consumo.
Para impulsar la demanda interna y consolidar la desaceleración inflacionaria, se proponen:
Solo con un enfoque integral que combine una desaceleración sostenida de la inflación y estímulos al ingreso real, el consumo mexicano podrá retomar un ritmo de crecimiento que beneficie a toda la economía.
Referencias