El reciente informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) revela un notable incremento del gasto de los hogares en el primer trimestre de 2025. Las familias españolas han experimentado un cambio en sus patrones de consumo tras varios años de contención y ajustes. Este fenómeno cobra especial relevancia en un contexto global marcado por incertidumbres económicas, donde muchos países registran tasas de crecimiento más moderadas. Los resultados permiten subrayar el papel decisivo del consumo en la recuperación y consolidación de la actividad económica nacional.
Con un crecimiento intertrimestral del 0,6% en el PIB, por debajo del 0,7% de trimestres anteriores pero aún por encima de otros socios europeos, España demuestra un fuerte ritmo de crecimiento europeo y una capacidad de resiliencia destacada. En términos interanuales, el avance del 2,8% posiciona al país como uno de los motores más dinámicos de la zona euro. Resulta esencial comprender las variables que han propiciado este repunte del consumo interno y sus implicaciones para las distintas ramas de la economía.
Durante el primer trimestre de 2025, la demanda nacional ha sido el principal sostén del crecimiento, aportando 3,2 puntos porcentuales al avance interanual del PIB. Este impulso contrasta con el impacto negativo de la demanda externa, que restó 0,4 puntos debido a un aumento de las importaciones ligado al intenso gasto doméstico. Aun así, la balanza comercial muestra señales saludables gracias a la diversificación de mercados y a la fortaleza de algunas exportaciones clave.
Por sectores, la inversión en construcción y bienes de equipo también ha contribuido positivamente, revisando al alza las cifras de formación bruta de capital fijo. Mientras tanto, el consumo público experimentó una ligera corrección a la baja, con un descenso del 0,6% en el gasto estatal. Este equilibrio entre sectores evidencia la necesidad de mantener políticas coordinadas que refuercen tanto la demanda privada como el gasto público.
El crecimiento del 3,4% en el gasto de consumo final ha sido posible por diversos factores vinculados al mercado laboral y a la evolución de las rentas. La creación de empleo, medida en equivalentes de tiempo completo, aumentó un 0,9% en el trimestre y un 2,9% en términos interanuales. A esto se suma la llegada de nuevos residentes extranjeros y la recuperación de salarios en varios sectores estratégicos.
En consecuencia, la fuerza de los hogares se ha fortalecido, permitiendo un mayor gasto en bienes de consumo duradero, ocio y servicios. Este cambio de tendencia también encuentra respaldo en políticas fiscales y monetarias que han mantenido tipos de interés contenidos, estimulando la contratación y favoreciendo el dinamismo de la demanda interna, proceso que cobra relevancia ante el estancamiento de algunos mercados exteriores.
La tasa anual del Índice de Precios de Consumo (IPC) se situó en el 2,0% en mayo de 2025, dos décimas menos que en abril. La inflación subyacente, que excluye alimentos no elaborados y productos energéticos, descendió hasta el 2,2%. La variación mensual del IPC general fue del 0,1%, lo que indica una moderación en la escalada de precios. Este evolución de los precios de consumo resulta clave para mantener el poder adquisitivo de los ciudadanos y la estabilidad macroeconómica.
El propio INE reconoce que la cesta de bienes y servicios se actualiza con frecuencia para reflejar las tendencias de consumo actuales, incorporando productos tecnológicos, servicios digitales y nuevas modalidades de ocio. Esta revisión periódica aporta una lectura más precisa de la presión inflacionaria y ayuda a diseñar mejores estrategias de política económica tanto a nivel nacional como en el ámbito comunitario.
El turismo, aunque modera su ritmo de crecimiento respecto a ejercicios anteriores, sigue siendo un motor esencial para el consumo interno. Durante los primeros meses de 2025, la llegada de visitantes se mantuvo en niveles históricos, impulsando el gasto en alojamientos, restauración, transporte y ocio. Este comportamiento contribuyó directamente al componente de servicios en el PIB, amortiguando parcialmente el retroceso de otros sectores exteriores. Además, la diversificación de la oferta turística, con rutas culturales y propuestas de turismo sostenible, ha atraído a segmentos de mayor poder adquisitivo.
En paralelo, el sector de la construcción ha retomado la senda al alza tras años de ajustes, reflejándose en un incremento del uso de cemento y del número de visados para obra nueva. La inversión en obra pública y privada ha registrado mejoras, aunque persisten desafíos ligados a la crisis habitacional y la necesidad de vivienda asequible. El impulso a proyectos de rehabilitación urbana y la promoción de modelos de construcción más ecológicos apuntalan un crecimiento más equilibrado y sostenible.
A pesar del panorama favorable, existen incertidumbres que pueden condicionar la evolución de la demanda interna. La escalada de precios internacionales, el contexto geopolítico y posibles tensiones comerciales amenazan con alterar los flujos de importaciones y exportaciones. Además, el mercado de la vivienda continúa lidiando con desequilibrios entre oferta y demanda, lo que exige un impulso decidido en proyectos de construcción social y privada.
El turismo, aunque registra una moderación en su crecimiento, sigue siendo un gran aliado para el consumo en alojamientos, restauración y transporte. Su evolución en los próximos meses influirá de forma directa en la balanza de servicios y en el comportamiento de consumidores tanto locales como visitantes. Por ello, es esencial impulsar acciones que mejoren la competitividad del sector y diversifiquen la oferta.
En definitiva, los datos del primer trimestre de 2025 permiten vislumbrar un ciclo virtuoso en la economía española, con la demanda nacional ha sido la principal fuerza motriz de una recuperación sostenible. Mantener esta senda positiva requerirá de la coordinación entre administraciones, empresas y agentes sociales para afrontar desafíos estructurales y consolidar los avances logrados.
Así, España afronta la segunda mitad del año con un tejido económico más resistente y una sociedad con mayor confianza en el futuro. El reto consiste en traducir este impulso en oportunidades de largo plazo, garantizando el bienestar de las generaciones actuales y futuras.
Referencias